(I) EL AMOR ES LA UNICA RAZON (UA de Aqui estoy yo)

lunes, 27 de julio de 2009 comentarios
FANFIC: Aqui estoy yo (UA basado en Moonlight TV Serie)

CAPITULO I: EL AMOR ES LA UNICA RAZON
AUTORES: Mrs. Hudson & Maky (en colaboración)
GÉNERO: (Mick/Beth) Basado en Moonlight.
CATEGORÍA: no menores de 13 años (Contiene relatos de violencia implícita, agradecemos tomar la previsiones del caso y si Usted se considera sensible ante éste tipo de situaciones, recomendamos tomar en cuenta la presente recomendación).
CLASIFICACIÓN: Universo Alternativo. Drama, romance, policial (con un poco de WAFF-ANGST).
PERSONAJES: Mick/Beth (OTP One-True-Pairing). Mick/Beth/Josef/Logan/Guillermo/Carl (un poco de OOC Out-Of-Character) y algunos OMC (Original Male Characters) y OFC (Original Female Characters).
ADVERTENCIA/SPOILER: Se desarrolla en el futuro, después de "Sonata".

DECLARACION:

Esta historia está basada en situaciones, argumentos y personajes creados originalmente por Trevor Munson y Ron Koslow.

Warner Bros. Television y Silver Pictures Co. son los propietarios de los Derechos sobre la serie de televisión Moonlight. No es nuestra intención vulnerar derechos de autor o de propiedad sobre ellos.

No obstante, todo el contenido que se presenta a partir del presente momento es propiedad intelectual inequívoca de sus autoras, quienes poseen todos los derechos sobre las mismas y su obra se encuentra protegida por los derechos de Propiedad Intelectual vigentes.

UBICACION TEMPORAL Y/O ESPACIAL:

Ocurre entre SONATA y el inicio de DECISIONES.

NOTAS DE LAS AUTORAS - ACLARATORIAS PARA LA LECTURA:

Esta historia es un fanfic desarrollado en un Universo Alternativo post Sonata. Sirve de enlace a la historia creada en televisión y la oridginal de las autoras que ha sido denominada "DECISIONES", en consecuencia, AQUI ESTOY YO explican los acontecimientos descritos en el prólogo a "DECISIONES".

La historia es narrada en tercera persona, pero haciendo uso de las narraciones en 1era persona (siguiendo el espíritu de la serie en la cual está basada). El narrador en 1era persona corresponde al personaje de MICK ST. JONH y para la mejor comprensiòn hemos optado por presentar estas narraciones (equivalentes a los pensamientos internos del personaje) de la siguiente manera:

Letras en color Azul: Pensamientos de Mick St. John ( o si se tratara de la TV, esto sería su VO)
Letras en color Amarillo: Notas hechas por las autoras y que son de interés para ser tomadas en cuenta por el lector y que influyen directamente sobre el desarrollo de la trama.


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RESUMEN:

A veces el amor une a dos seres que no saben nadar y viven en dos islas distintas
Noel Clarasó
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Título: AQUÍ ESTOY YO
Capítulo I: EL AMOR ES LA UNICA RAZON
Parte I: Porque te amo.
Por: Mrs. Hudson & Maky

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Te amo de una manera inexplicable,
de una forma inconfesable,
de un modo contradictorio.

Te amo…
con mis estados de ánimo que son muchos,
y con mis continuos cambios de humor…
Por lo que ya sabes… El tiempo, la vida, la muerte.

Gian Franco Pagliaro

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La tenue luz que emitía una lámpara de pie iluminaba el rostro de preocupación del detective privado. Su vista corría entre la pantalla del ordenador y los documentos que pocas horas antes recibió de Logan Griffen por instrucciones de su amigo Josef Kostan. Con la entrada de cada nuevo mensaje electrónico proveniente del informático, su incertidumbre iba en aumento, el tiempo podría estar agotándose para todos y la mayor interrogante aún permanecía abierta.


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(Mick) Nombres, nombres, nombres… una lista de por lo menos 300 nombres de vampiros de LA… incluyendo el de Josef Kostan y el mío… ¡Demonios!... no tengo idea de cómo obtuvo Josef esto, pero tengo que llegar al fondo y descubrir quién ésta detrás de todo… a quien encargaron Emma y Jackson para que hicieran todo esto... ¿tendrán algo que ver con Lance DuVall o Coraline?... este se parece mucho a su estilo… ¿¿¿pero Coraline???... ¡Coraline definitivamente NO puede estar en medio de ésto!… ella también aparece en la lista… ¿entonces quién?… quien quiera que sea, no puedo permitir que logre la exposición de toda la tribu… y tampoco puedo permitirle a Josef que se pongo a cargo de todo...buscará la Venganza… y para él eso significa sólo una cosa: ¡Sangre!… No puedo quedarme al margen... esto es más que una simple amenaza… este es un acto de traición… y ese delito se paga con muerte… quién va a terminar muerto es el misterio…

Particularmente no pienso estar en los próximos obituarios… no en este momento… no cuando Beth y yo hemos llegado tan lejos.


48 horas antes…


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Mick y Beth se encontraban abrazados y sumidos en un beso. Ella se aferraba al cuello de él mientras que Mick disfrutaba de la sensación de sus dedos moviéndose suavemente por la espalda de la hermosa mujer. Las lentas caricias, el dulce encuentro, las emociones reprimidas que corrieron libremente hablaban en silencio de lo que sus palabras no se atrevían a expresar. El tiempo estaba detenido en un abrazo, en un sueño, en 3 simples palabras que cambiaban todo su universo… Para siempre…


(Mick) Porque te amo...


Solo la urgencia por un respiro fue capaz de traerlos de vuelta a la realidad.


Las miradas de ambos se encontraron lentamente con los ojos del otro: En ella, sus lágrimas, seguían formando pequeños ríos de sal que corrían por sus mejillas… En él, la mirada era de incredulidad: La necesidad de retenerla en su mundo, repentinamente lo obligó a irrumpir de vuelta a su puerta, la misma por la cual se había marchado segundos antes con la intención de nunca más volver… La vertiginosa secuencia de hechos que estaban ocurriendo frente a ellos: “Justo Aquí y Ahora”, todavía no les permitían pronunciar cualquier frase sin arriesgarse a romper el mágico momento que los envolvía en un único sentimiento.

… Manos magnéticas que al contacto anhelante del otro hacían fluir electricidad… Nudo en la garganta que ahoga la voz, bruma en la mente que no deja pensar… Besos que queman en los labios… Desesperación de fundirse con el otro, miradas que desnudan las almas y exponen los sentimientos… deseos que con su calor acaban con el más frío invierno…


-…Supongo que ahora tenemos mucho que hablar… ¿uh?- Murmuró Beth, intentando romper el hielo, mientras daba unos pasos atrás que le permitieran examinar la cara de su compañero, con quien todavía se mantenía en contacto a través de sus manos entrelazadas.


-…Supongo…- Asintió él, con una leve sonrisa, una vez que se reencontró con su voz, que parecía haberse perdido como producto de sus emociones desbordadas.


-¿Por dónde quieres comenzar?... – Preguntó ella, dándole una mirada dulce y directa a los ojos de él, quien contuvo su llanto con sin igual gallardía - … Acabas de decir que lo único que importa es cómo nos sentimos el uno con el otro, justo aquí y ahora…- Abandonó las manos de él para empezar a caminar por el living en dirección del sillón más amplio que pudiera acogerlos a los dos – Por lo tanto… tenemos que hablar de eso… de cómo nos sentimos el uno con respecto del otro… ¿eh?… - Conforme ella hablaba él asentía dócilmente - …Hay muchas cosas que me gustaría decirte… y… supongo que tendrás que decir algunas otras que necesito escuchar…- Le sonrió con timidez mientras se dejaba caer en su asiento y abrazaba un pequeño cojín - …Deja tu chaqueta allí y ven acá – Sugirió mientras él consentía en sus instrucciones.


-… Yo… yo…- Mick intentaba decir algo más que simples monosílabos, pero la velocidad de sus pensamientos no le permitían hablar sin tartamudear antes. Se sentía como un adolescente capturado por sus padres, en medio de una travesura. Había perdido toda la práctica en cuanto a expresar sus sentimientos. Tras 55 años de aislamiento afectivo aprendió a controlarse muy bien, a reprimirse de forma radical, tenía tanto tiempo sin permitirle a alguien que lo viera tan vulnerable y tan emocional como estaba en ese instante - Beth… Yo… Yo no quiero…- Se detuvo en la búsqueda de las palabras que pudieran definir claramente sus emociones - Beth… Yo…- Tomó un respiro y desvió su mirada de la de ella, quien lo esperaba pacientemente mientras él intentaba terminar de construir alguna frase coherente - Beth… es que…- Aclaró su garganta, una vez más, y exhaló cerrando sus ojos. Luego dirigió la mirada al techo antes de empezar a quitarse torpemente su chaqueta para colgarla en un gancho de la pared.


-¡Relájate!…- Le dijo ella sintiendo compasión por él, quien parecía totalmente fuera de su elemento – ¡Sólo termina de colgar esa chaqueta y ven conmigo!…- Movió sus manos invitándolo a acercarse -… No pienses tanto las cosas… si tienes algo que decir… ¡solo dímelo y ya!… somos niños grandes, Mick…-


-…Beth… yo solo…- Suspiró en derrota y se dispuso a enfrentarse con la mirada de ella - Yo sólo necesito que sepas cuánto te amo… eres la única mujer que me importa y que me ha hecho sentir de ésta manera…- Colocó sus manos sobre la cadera y evadió su mirada, dando un inútil vistazo sobre la pequeña cocina… sin embargo, sintiéndose totalmente abrumado por el repiqueteo de aquel corazón que con cada palabra suya apresuraba sus latidos, estableció de nuevo contacto visual con los intimidantes pero hermosos ojos azules que tanto amaba - … No sé cómo se supone que debo decírtelo… pero de cualquier manera… no quiero que te sientas obligada a nada… a causa de mis sentimientos por ti… - Se apresuró en terminar de soltar todas las palabras que venían a su mente, sin pretenderlas matizar, sabía que estaba obligado a ser honesto consigo mismo y estaba seguro que ella merecía escuchar todo aquello. Tras decir esa última frase, se quedó de pie, inseguro de haber expresado con claridad las cosas. La contempló callado y expectante, queriendo leerla en cada reacción, necesitaba de su consentimiento para seguir adelante porque en el fondo sabía que Beth tenía el poder de privarlo hasta de la propia voluntad.


-No me siento obligada a nada Mick… ¿lo entiendes? – Declaró sin alterar el tono de su voz: Era un susurro, una plegaria, una melodía dulce – Si estoy aquí… si estamos aquí… juntos… es por alguna razón… así lo decidí… lo acabamos de decidir: JUNTOS…es lo que ambos queremos… ¿no es así?-


-Sí…- Respondió en voz baja. Sin pensarlo más, se acerco hasta la silla y finalmente se sentó muy ceñido a ella, en el pequeño sofá, sintiéndose confiado de que era ésta la proximidad que ambos necesitaban para superar la crisis que los arrolló unos minutos antes.


-¿Cómo quieres hacer esto Mick?… quiero decir… ¿de aquí en adelante?- Lo interrogó ella coqueteando con su dedo sobre una de las manos de él que había ido a descansar en el respaldo de la silla, quedando muy cerca de donde ella apoyó su rostro antes que él tomara asiento a su lado.


Él ya no hablaba… sólo atinaba a sonreír… le bastaba escuchar el rítmico latido del corazón de la mujer a quien le estaba declarando todo lo que había mantenido dentro de él por meses… aquel corazón agitado le hablaba de aceptación y esperanza… sus lágrimas, de miedo: Miedo a perderlo, miedo a perderse… sus caricias le hablaban de amor: Ella correspondía a sus sentimientos y él sólo vivía para ella… ella era su razón para querer seguir… ella era sus ganas por ser alguien mejor… ella era su todo…


Él era parte de ella y ella pertenecía a él...

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Te amo.

Con el mundo que no entiendo,
con la gente que no me comprende,
con la ambivalencia de mi alma,
con la incoherencia de mis actos,
con la fatalidad del destino,
con la conspiración del deseo,
con la ambigüedad de los hechos.

…Te amo.

Sin reflexionar, inconscientemente, irresponsablemente,
espontáneamente, involuntariamente,
por instinto, por impulso… irracionalmente.

Gian Franco Pagliaro.


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La noche había pasado muy rápido para ambos. Los ojos de Beth comenzaban a cerrarse a causa del sueño, pero su deseo de mantenerse despierta para él la hacían luchar con la necesidad de dormir: Balanceaba su peso sobre el asiento para recostarse sobre los suaves cojines que se agrupaban detrás de su espalda… A ratos se dejaba caer un poco a su izquierda para apoyarse al respaldo del asiento y jugar con los dedos de él que le ofrecían suaves y tímidas caricias a su cara somnolienta…En los breves silencios de aquella madrugada… una que otra vez… sus cuerpos se inclinaron lo suficiente como para que sus labios se reunieran en algunos besos llenos de una inusual candidez.


-Tengo que irme Beth…- La miró ofreciéndole una media sonrisa.


-¿Por qué?- Agitó ligeramente su cabeza y se dio un leve estirón mientras se recomponía en su asiento.


-Tienes que dormir…- Observó su reloj y luego volteó hacia la ventana que ya mostraba un cielo multicolor que anticipaba el alba – Pronto va a amanecer…-


-¡No quiero que te vayas!…- Bajó su mirada evitando los ojos de él.


-¡No quiero irme! – Se sinceró él – Pero tengo que hacerlo… ambos necesitamos descansar-


-Pero…-


-Hemos hablado de esto toda la noche, ¿no?... debemos ajustarnos a ciertas cosas… y esta es una de ellas Beth…- Se puso de pie y le ofreció su mano para ayudarla a incorporarse – Yo necesito mi freezer… necesito descansar en mi igloo…- Le regaló una triste sonrisa que daba sentido a sus palabras- … tú necesitas dormir confortable… entre mantas… es parte de las cosas que debemos aceptar… son sólo algunas de nuestras diferencias…-


-Lo sé… necesitas tu freezer…- Se lamentó ella- ¡Y aquí no hay espacio para uno!…- Bromeó señalando con sus manos a su alrededor, y logrando sacar de él una sonrisa real- … pero es injusto que no podamos compartir unas horas de sueño juntos…-


-Beth… por ahora… no es aconsejable…- La reprendió dulcemente, con una renovada mirada de tristeza.


-Sólo hablo de abrazarnos… ya sabes… mientras dormimos…- Se mordió la uña de su dedo e inclinó su rostro para comprar de él otra sonrisa-…Yo sólo… de cualquier manera… hubiera querido que estuvieras cerca cuando despertara…-


Él permaneció en silencio unos instantes, estudiando minuciosamente las ideas que venía a su mente, mientras ella observaba con curiosidad la manera en que sus ojos parecían devorarla.


-¿Te gustaría venir a mi casa… conmigo?- Finalmente preguntó él.


-¿Qué?- Ella dio unos pasos atrás – ¿Me estás pidiendo que vaya a tu casa?… ¿Contigo? – Él le brindó una sonrisa retorcida en respuesta -… ¿Contigo?… ¿contigo?...- Enfatizó ella al tiempo que rememoraba alguna conversación similar entre ellos.


-No conmigo… conmigo…- Se mordió él los labios y cerró sus ojos con cierto retraimiento que parecía hablar de un leve arrepentimiento ante lo que podría suponer su sana sugerencia- Quiero decir… También me gustaría saber que estas cerca… para cuando despierte… ya sabes…allá está mi freezer y…-


-…Tu sofá es muy cómodo…- Ella apretó un dedo en el estómago de él – Ya conozco esa línea…-Le sonrió dando unos pasos hasta su dormitorio, dejándolo de pie en medio del living.


-¿Qué haces?-


-NO pensaras que voy a ir a dormir a tu casa sin un cambio de ropa… mis sábanas… mi almohada- Enumeraba mientras hurgaba entre sus cosas.


Mick no podía ayudarse a sí mismo, sonreía como un adolescente enamorado viéndola correr a reunir sus cosas para irse con él. El escenario real discrepaba enormemente de cualquier imagen que su mente hubiera podido plantearse, pero era esa ausencia de patrones en el camino que caprichosamente los juntaba una y otra vez lo que convertía la suya en una relación especial.

Finalmente Beth asomó su rostro fuera de su habitación trayendo en sus manos todo aquello que pensaba podía necesitar – Ayúdame con esto – Le exigió poniendo en las manos de él su bolso con su cambio de ropa, su sábana y su almohada – Mejor me llevo la leche – Corrió a la nevera y tomó una botella refrigerada -… y mi cereal… un poco de jugo… ya sabes… los humanos necesitamos los alimentos, ¿no?- Lo miró divertida cuando intentaba hacer entrar todas las cosas en una pequeña bolsa.


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Ven a dormir conmigo: No haremos el amor… Él nos hará a nosotros…
Julio Cortázar


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Título: AQUÍ ESTOY YO
Capítulo I: EL AMOR ES LA UNICA RAZON
Parte II: Con el alma al aire.
Por: Mrs. Hudson & Maky


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Te amo incomprensiblemente.
Sin preguntarme por qué...
Sin importarme por qué…
Sin cuestionarme por qué…
Te amo, sencillamente porque te amo.
Yo mismo no sé ni por qué te amo.


Gian Franco Pagliaro.


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El Pent House estaba especialmente gélido aquella madrugada, Mick había dispuesto en el mínimo el termostato del aire acondicionado durante su reunión con los responsables de la ejecución de los Monaghan. Sin embargo, ni ese detalle parecía importarles, él estaba haciendo su mejor esfuerzo por comenzar con buen pie y ella necesitaba demostrarle que las cosas podían funcionar. No iba a ser fácil, pero ambos estaban dispuestos a intentar.


-Ya es hora de irnos a dormir…- Murmuró ella envolviendo sus piernas entre sus brazos para amainar el frío que se colaba por su camisón de seda – Nos vemos en un rato… - Comenzó a acomodarse en el sofá mientras lo veía a él dubitativo y al pié de la escalera -¡Cómo me gustaría amanecer en tus brazos!– finalmente musitó ella en un suspiro casi inaudible.


-Intenta dormirte…- Sugirió él moviéndose hasta la mitad de la escalera, por donde desapareció subiendo a dobles pasos.


Beth cubrió su rostro con frustración, le resultaba inconcebible que luego de todo lo que habían compartido, Mick regresara al ritual de encerrarse en su cascarón… Y sin siquiera darle un beso de buenas noches…


- ¡Rayos!- Murmuró ella acurrucada en el sillón entre las mantas que no terminaban de mitigar el frío de la estancia.


Aguardó un par de minutos para ver, si por obra de algún un milagro, él volvía para despedirse de ella, pero entre el cansancio, el silencio imperante y el sueño que ya era incapaz de controlar, decidió abandonar su espera.


Había comenzado a ceder a la ensoñación cuando escuchó un leve ruido proveniente de la cocina el cual la obligó a abrir sus pesados párpados. Descubrió allí a Mick, quien había vuelto para tomar su alimento y de momento estaba de pie y a escasos metros de ella. Lo observó en silencio por unos instantes, en tanto él no se percataba que ella permanecía semiconsciente, entretenida con su reconfortante presencia: Él llevaba el cabello mojado y en desorden, tal como si acabara de salir de la ducha, vestía nada más que un pantalón de pijama en color azul y en su rostro había un halo de paz y felicidad que nunca antes vio… ni siquiera durante su efímera incursión a la vida mortal.


-¿No ibas a dormir?- Por fin preguntó ella a sabiendas que no podría mantenerse en vigilia por mucho tiempo más.


-Si…- Susurró él en respuesta, mientras dejaba el vaso en el fregadero - ¿Mucho frío? –


-Un poco…-


-¿Quieres otra manta?-


-Estoy bien así…- Abrió sus ojos azules lo más que le permitía el cansancio – Sólo quiero un beso de dulces sueños…- Se atrevió a pedirle, anticipándose a la falta de iniciativa de él.


-Ok…- Se acercó a ella y se sentó en el suelo, a su lado. La contempló con una apasionada dulzura antes de darle el beso que tanto le reclamaba, sólo que el suyo fue uno muy casto que reposó sobre la frente femenina - Dulces sueños…mi amor… descansa…- Susurró al momento que ella le devolvía una mirada contrariada.


-Gracias…- Respondió con un dejo de ironía - …Igual tú… - Beth deslizó por encima de la manta un par de dedos simulando un arma de fuego que apuntaba a el rostro de él y luego le dio un guiño antes de cerrar los ojos.


-Beth… - La llamó en voz baja intentando lograr su atención- Beth…- Susurró de nuevo ya que ella ocultó su rostro entre las sábanas, simulando dormir, en un claro e infeliz intento por esconderle su desaprobación ante un beso tan frío… a su irreverente juicio- …Beth…- Susurró por tercera ocasión, hablándole ahora directo al oído, y logrando, finalmente, que ella abriera sus ojos para él – Mi amor… siento despertarte… pero yo también necesito dormir…- Le dio un guiño y frunció el ceño con picardía a medida que le hablaba- … ¿Podrías darme un poco de espacio?...- Declaró haciendo un movimiento con sus manos para indicarle que necesitaba que ella se arrimara, para darle a él un lugar dentro de su improvisada cama. Ella reaccionó a sus palabras con algo más que incredulidad, pero sin atreverse a alegar nada, se apretó con sus sabanas y se hizo hacia atrás con increíble rapidez, hasta apoyarse contra el respaldo del sofá, dándole suficiente espacio para que se recostara a su lado – Mi turno para un beso de dulces sueños…- La miró directo a los ojos, apretado a ella en el diván que compartían y teniendo un par de mantas como única barrera entre sus cuerpos.


-Dulces sueños Mick…- Susurró alargando un poco su cuello hasta remontar la frente de él y corresponder en el gesto que antes tuvo con ella – Dulces sueños… mi amor…- Le repitió antes de acurrucarse otra vez entre los brazos que ahora la mantenían herméticamente apretada al cuerpo masculino.


-Dulces sueños… Beth…- Repitió él, y la acobijó con todo su cuerpo.


Se dieron una última mirada antes de entregarse en un beso con el cual cerrarían sus ojos para ceder a quedarse profundamente dormidos, cada uno en los brazos del otro…

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Aún cuando te digo que no te amo: Te amo.
(…)
En el fondo, llevo a cabo un plan, para amarte... mejor.
Pues, aunque no lo creas, mi piel extraña enormemente
la ausencia de tu piel.

Gian Franco Pagliaro.

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Alrededor del medio día, Beth fue la primera en abrir los ojos para darse cuenta que, de alguna manera, seguía soñando. El rostro apacible de Mick se encontraba a milímetros del suyo: Su pálida tez, la frialdad de la piel y la ausencia de oscilaciones en su pecho, ponían en evidencia su atípica existencia…

Los músculos de Beth estaban resentidos por la falta de libertad para moverse, pero su alma sentía que el precio que estaba pagando por aquellos momentos de felicidad era realmente risible… Si en sus manos hubiera estado perpetuar esas horas ella lo habría hecho sólo por el placer de mantenerlo dormido en su abrazo…

Se mantuvo silenciosa y atenta a él y a todo a su alrededor. Hasta que, de improviso, sonó el móvil que reposaba sobre la mesa de centro a espaldas de Mick. El clásico repiqueteo del teléfono celular de Beth sirvió al vampiro como un interruptor para encender sus sentidos.


-¡Hey!- Le sonrió Beth al ver que él había abierto sus ojos y mecánicamente se reinició el vaivén de su respiración.


-¡Hey! – Le devolvió la sonrisa y el saludo, mientras se retorció un poco para alargar su brazo y capturar el teléfono que insistía en timbrar.


-¡Ten cuidado, nos vas a tirar al suelo!- Le advirtió Beth sacando velozmente sus manos de debajo de la manta y capturándolo por la cintura en un abrazo de protección.


-¿Tú crees?- Se dio la vuelta hacia ella para entregarle el teléfono. Llevaba una sonrisa maliciosa con la cual le demostraba que podía hacer aquello sin el mayor esfuerzo y manteniendo un perfecto equilibrio de ambos sobre el sofá - … ¡Es Talbot!...- Le aseguró – ¿No era que hoy es tu día libre?…- Se quejó, al tiempo que ella colocaba su dedo índice sobre sus labios para callarlo y poder ocuparse de atender a su jefe.


La conversación telefónica no se prolongó más de 3 ó 4 minutos, en los cuales a Beth le costó un enorme trabajo mantenerse seria, ecuánime y profesional, dadas las múltiples monerías que le hizo Mick con la cara, intentándola desconcentrar de su jefe. Los ojos de ella hacían esfuerzo por ignorarlo, pero él se las arreglaba para volver a capturar su atención. Al hacer click y acabar la comunicación con Benjamín Talbot, el silencio no duró más que un par de segundos antes que ambos dejaran salir la más rica carcajada que jamás hubiesen compartido.


-¿Ahora vas a decirme que tú NO sientes CELOS, verdad?… - Lo retó ella poniendo el teléfono en una esquina del mesón que se encontraba más cerca de donde ella estaba.


-¡Nah!…- Se burló negando con la cabeza y apretando el rostro en el pecho de ella, tal y como si se tratara de un niño pequeño que busca la atención de su madre – ¡No estoy celoso!…- Repitió casi de forma ininteligible.


-¡Bueno… no sé cómo le decían a eso en tu época… pero en éste siglo a eso se le llama: CELOS! – Su turno de burlarse descaradamente de él.


-¡No hables así!- Le exigió mostrándole el rostro con el ceño fruncido.


-¡Tienes una cara de malcriadez!….- Se rió ella – ¡Los vampiros son todos unos niños malcriados… quieren ser el centro de la atención del mundo entero!- Las palabras salían recortadas por efecto de la risa incontenible.


-¿Me estás llamando malcriado?-


-¡Sí!-


Mantuvieron sus bromas por un rato más, sin tomar en cuenta el tiempo que pasaba, hasta cierto punto se sentían como un par de recién casados que se abandonan del mundo para centrarse en su mutua compañía.


-Tengo que subir para prepararme e ir a la oficina…- Se recostó ella sobre su propio costado. Apoyando su mejilla sobre su brazo extendido.


- El mundo es cruel…- Se lamentó él mientras atrapaba las piernas de ella (con las suyas) en un abrazo de oso.


- ¡No seas caprichoso y déjame levantarme! – Le suplicó mirándolo a la cara y ampliando sus ojos azules para hacerse irresistible.


-Si me sigues mirando así no vas a poder moverte de aquí en todo el día- Se burló él apretándose a ella con más fuerza.


- Por favor…- Susurró aleteando sus párpados para convencerlo, al tiempo que él negaba con la cabeza – …Tengo que irme…- Repitió usando un tono de voz muy bajo, toda vez que empezó a notar que debía ponerse en pie con rapidez, ya que, la proximidad del abrazo que mantenía con Mick, le dejaba sentir –claramente- que aquel muchacho estaba muy motivado a no dejarla salir con facilidad de su recién inventada cama para dos - …Escuchaste la conversación… sabes que tengo que ir a una escena… y sólo me queda media hora para llegar…- Él la miró comprensivo y asintió con desgano, luego se movió un poco para que ella saliera del lecho, pero él prefirió quedarse sentado en tanto ella se ponía en pie – …¿Qué? …– Lo interrogó al notar que él se quedó sentado y con la mirada fija en el piso.


- ¿Qué de qué?- Hicieron contacto visual y ella le extendió la mano para acariciar el cabello oscuro en desorden.


- Tu cara… qué le pasa al “vampiro fortachón” que tiene cara de afligido – siguió con sus burlas a él.


-No pasa nada…- Le sonrió él forzadamente, mientras hacía un inútil esfuerzo por esconderle sus obvias necesidades masculinas- ¡Sube!... ¡Ve a vestirte… apúrate! – La exhortó sin moverse un centímetro de la posición encorvada que había adoptado en el sofá luego de soltarla del fuerte abrazo donde la tuvo atrapada por unos cuantos minutos.


Así como ella subía, él le mantuvo - a duras penas- una media sonrisa suspendida en la cara, en un torpe intento por concentrar la atención de ella hacia su rostro, y tratándola –inútilmente- de distraer de otras partes de su virilidad, que de momento pretendían destacarse mucho más ante los ojos de ella… ¡y sin importar la embarazosa situación en la que quedaba él!.


Cuando Beth llegó al baño, Mick escuchó perfectamente como la rubia dejó salir su risa sonora. Por supuesto, ella había notado los aprietos por los cuales él estaba atravesando. No había que tener una percepción extrasensorial para capturarlo con la guardia tan baja y “la moral tan alta”. Ella estaba poniendo su reforzado autocontrol contra las redes y en cualquier momento terminaría por voltear lo que quedaba en pie, hasta ponerlo totalmente de cabezas y acorralarlo a su merced.


(Mick) Al diablo con mi Perpetua Frescura… parece que mi abstinencia me ha traído una nueva maldición… La híper - transpiración - eterna… Debí parecerle un total inexperto… ¿Cómo ha cambiado esto con los años?... ¿no?...


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En efecto,
no tengo argumentos lógicos,
ni siquiera improvisados,
para fundamentar este amor que siento por ti,
que surgió misteriosamente de la nada,
que no ha resuelto mágicamente nada,
y que milagrosamente… de a poco.. con poco y nada,
ha mejorado lo peor de mí.

Te amo.

Te amo con un cuerpo que no piensa,
con un corazón que no razona,
con una cabeza que no coordina.

Te amo.


Gian Franco Pagliaro.


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Para ser continuado



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